PRIMAVERA: TIEMPO DE ALCAUCILES. La gran fiesta de los alcauciles platenses no se suspende por pandemia.


La historia de los productores de alcauciles de La Plata se remonta a los años cuarenta cuando inmigrantes italianos buscando nuevos rumbos llegaron en barco con plantines en sus valijas. Buscando un futuro mejor, diseminaron su cultura y su tradición. El cinturón hortícola que rodea el Gran Buenos Aires fue la zona elegida. En su clima templado prosperaría el cultivo según su experiencia en el viejo mundo. 

“Era todo campo y se araba con caballos” cuenta Carmelo Mancuso.Su padre le contaba que , como muchos otros, a los 16 años vino de Calabria con su tío acariciando el “sueño americano”.  El papá de Carmelo ayudó de chico a su tío en el cultivo del alcaucil Aún hoy, a fuerza de trabajo y pasión,  los descendientes de aquellos italianos velan por la producción, su continua mejora y la expansión de su consumo. “Y yo de chico también  ayudaba a mi papá en la cosecha” – agrega – “Todo era más complicado,  cargábamos  los alcauciles recogidos en un carro hasta la ciudad, a 8 km de distancia,  donde nos esperaba  el camión que los llevaba. El camión no entraba hasta la quinta, porque los caminos eran malos. Entonces   nosotros se lo alcanzábamos y esto entre ida y vuelta nos llevaba todo un dia.” – recuerda Carmelo, hoy a sus 70 años

Son muchas las historias que abrigan las familias de productores. La comunión familiar, los hijos creciendo con el proyecto, viajes a ferias internacionales, intercambio de experiencias, la creatividad a la hora de la cocina cuando hay excedentes. (desde tortillas hasta paellas de alcauciles…) Por otro lado,  los hijos que cambian de rumbo dejan rebotando la pregunta, quién sigue lo nuestro?

 Desde los 90 con la implementación de Cambio Rural, se consolidaron como “Asociación  de  productores de alcachofas platenses”, liderados por el matrimonio de Ingenieros agrónomos de  Adriana Riccetti y Gonzalo Villena.

El campo de Adriana y Gonzalo, sigue siendo referente de producción para las quintas de la zona. No es una huerta tradicional, es un campo agrícola ganadero donde además se  cultiva el alcaucil. Este particular establecimiento les permite probar nuevos modelos de producción, como puede ser un nuevo híbrido, la aplicación de mulching o el  riego por goteo. Una vez probada la tecnología, se transfiere a las demás huertas más tradicionales. Hoy  las familias productoras agrupadas como   Asociación impulsan la promoción del cultivo y su agregado de valor. Cuentan con varias herramientas a favor como el sello de Indicación Geográfica, desde el año 2016,  otorgado  por el Proyecto de Asistencia Integral para el Agregado de Valor en Agroalimentos (PROCAL) del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca.   La Indicación Geográfica (IG) es un signo que indica que el producto  tiene un origen geográfico concreto, que implica determinadas   cualidades particulares. Este reconocimiento  derivado específicamente de su lugar de origen los diferencia del resto de los productores.  Para la obtención de este sello, los productores trabajaron arduamente en el cumplimiento de un exhaustivo protocolo. De esta manera se determinó el municipio de La Plata como área protegida para los tres tipos de alcauciles: el Romanesco, el híbrido violeta y el híbrido blanco que hoy representan el 60% de lo que se produce en el país.


En cuanto al consumo y el mercado Adriana explica que es un alimento que requiere cierta elaboración. Las generaciones pasadas quizás tenían una  cultura de mayor dedicación a la cocina.  Los platos preparados con alcaucil tiene un tiempo de elaboración superior  por lo cual hoy no es un producto de consumo cotidiano. “Actualmente se tiende a un consumo de productos ya elaborados y en la Argentina no se ha desarrollado una industria que procese el alcaucil, como tiene Chile, por ejemplo” – destaca.

Ante un mercado interno poco pujante como para absorber el excedente de la producción fue necesario ser muy creativo a la hora de promocionar el consumo de este producto.  Así fue como en el 2006 organizaron la primera Fiesta del Alcaucil, en el predio de la facultad de Agronomía. Les tocó un día de  lluvia, no tuvieron  mucho éxito, pero marcó el comienzo de las que siguieron ininterrumpidamente cada año independientemente de la gestión municipal. En la Plaza Moreno de la ciudad de la Plata, durante dos días la fiesta de la alcachofa platense, es un evento multitudinario, de gran relevancia para la zona, donde el intercambio de saberes, atrae también a otros productores de la región que  se acercan en la búsqueda de  innovaciones para la cadena primaria de sus productos. 

Esta primavera, bajo el manto de la pandemia, la tradicional fiesta del alcaucil también encontró  su formato virtual, ocasión propicia para convocar a referentes, profesionales y público  de otras latitudes. El cierre de la fiesta tendrá lugar  el 30 de octubre y el lema será: "Horticultura, Nutrición y Gestión territorial" La experiencia del Grupo de Alcachofas Platenses. El evento que incluirá  desde charlas técnicas  hasta recetas de reconocidos chef se desarrolla con la esperanza de siempre de fortalecer la producción y posicionar el alcaucil  ante los consumidores.  Será transmitida por el canal de youtube del IICA y por redes sociales.

La  Fiesta, reedita una tradición muy arraigada en países de Europa, como España e Italia por la cual los productores de alcauciles agradecen y comparten con su comunidad la nueva cosecha. 

Sin duda los descendientes de aquellos inmigrantes italianos tienen mucho para celebrar y apuestan a un futuro aún mejor.

Sonia V. N. setiembre 2020

Esta nota, editada por el IICA fue publicada en Revista Ruda, en el portal Bichos de Campo y en el portal AGORA, entre otros.




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