MARI EN PRIMERA PERSONA

- “Mucho zapatito, mucho zapatito… y me falta trapo de piso, limpia vidrio… yo así no puedo limpiar bien. Después me dice: “Maaari… vos limpiaste acaaaaá…?” se hace a la boluda la Señora..., ella sabe que limpié, pero, como no le gusta como quedó… me pregunta y yo limpié, como yo sé, pero odio limpiar los vidrios. A mí me gusta doblar la ropa…. Si tengo tiempo hasta las bombachas le doblo…. Le ordeno los placares… y me gusta mirarle la ropa, doblarle bien todo, las remeras, los pulloveres que yo sé que en un tiempo me va a terminar dando…  porque ella me regala muchas cosas, y yo le agarro todo porque también le paso a una hermana que tengo que es alta como ella y todo le queda bien.  Tiene mucha cantidad la señora, a mí me da lo viejo, lo que ya no usa, pero después de unos días, me pregunta si me lo probé, si lo voy a usar y después de más tiempo, me dice, así como nada. “Nunca te vi la remerita esa que te di con el voladito acá… la usas? o “no te ví más esa campera azul que yo te di… ¿la tenés todavía?”  se acuerda de cada cosita, cosa que me da, porque también me dá cosas, una aspiradora que no anda, un banco pintado a mano todo descascarado… pero, yo arreglo todo eh, lo dejo nuevo, como se dice… reciclo, le dicen ahora? Yo re ci clo todo, no tiro nada. Me lo llevo en el tren como sea.


Como yo soy así seria, bah así que no le demuestro mucho vamos a decir- ella dice que soy “seca”- un día me dijo que no sabía si yo valoraba lo que ella me daba, así de ropa porque yo no le decía “gracias”. ¿Y si me está dando algo que le sobra, eso se agradece también?

Porque yo le agradezco cuando quiere hablar conmigo, a veces me pregunta cómo estoy... A veces, porque siempre anda corriendo. La veo salir, al rato, entrar, se cambia los zapatos, la cartera, y sale de nuevo, pero, a veces se queda un rato largo, me hace mate y me pregunta cómo estoy. Porque yo me doy cuenta cuando me pregunta con ganas de que le conteste o si me pregunta de pasada no más, sin esperar la respuesta. Y yo le contesto, cuando me pregunta mirándome a los ojos, ahí sí, yo le cuento como estoy… porque mi marido no trabaja, no tiene la pensión, todavía no le salió… y yo tengo muchos problemas, extraño a mis sobrinos, que vivían en el fondo de mi casa y un día, él, mi marido, se peleó con mi hermana y los echó y yo no ví nunca más a mis sobrinos. Y a mí eso me duele todavía. Eran como mis hijos, pero él es así tiene carácter y las cosas son como él dice. Pero ¡es bueno eh! me hace las compras, el mate cuando llego, me lava el patio, es bueno con los perros, me arregla las cosas de la casa, la aspiradora esa me la arregló él. Una vez la señora me dio una estufa que no andaba y él me la hizo andar. Después le saco foto con el celular de las cosas arregladas y le mando a la señora así se pone contenta, le gusta que yo le saque foto a las cosas que me da y tengo en casa. Pero yo también me aburro de esas cosas y las termino vendiendo en la feria y así me hago unos pesos porque mi marido no trabaja. La pensión no le sale, y se la tienen que dar porque él es rengo no puede trabajar así, cuando puede hace changas, le arregla cosas a los vecinos, pero no tiene suerte porque a veces las cosas que arregla no quedan bien y la gente se enoja y no le dan más trabajos. 


Yo salgo muy temprano todas las mañanas para ir a lo de la Señora, y él acompaña hasta la estación del tren, porque cuando a esa hora está oscuro todavía, una hora cuarenta y cinco tengo de tren. Y mi marido se vuelve a la casa, aunque una vez una vecina, me dijo que mi marido no vuelve para mi casa, que se va para otro lado. Me lo dijo de odio, yo creo. No sé por qué no le quieren a mi marido en el barrio. 


En casa el encargado de hacer el guiso es él. Él agarra una base de los bidones de agua de cinco litros y los corta. Y ahí va guardando la base del guiso con poroto y carme, en la heladera, y dura toda la semana, le va a agregando zapallo, otras verduras y a veces fideos o arroz.

Casi siempre somos los mismos los que viajamos en el tren a la misma hora, algunos se saludan ya, yo no porque no soy de hablar así con quien no conozco, pero, algunos me doy cuenta de que se hicieron como amigos vamos a decir, van charlando, y hay uno que lleva hasta el mate. Yo, espero que pase el del café y me tomo uno, ya se me hizo la costumbre, dos o tres mates en casa antes de salir y arriba del tren el café, a los 40 minutos de que me subí más o menos, pasa el del café. En el bolso me llevo un paquete de galletitas de agua, que como cuando llego y le convido a la perra de la señora, yo ya la acostumbré así. Algunos van durmiendo, con un sueño pesado, siempre pienso, cómo no siguen de largo y se pasan, ¿no? Hay uno que va leyendo la biblia, va moviendo los labios, como que lee un poco en voz alta… Hay una piba jovencita con un bebé, el bebé siempre está dormido, nunca lo vi con los ojos abiertos, se lo ve regordete lindo, pero, siempre dormido, nunca llora, nunca va tomado la teta… ni una mamadera, nada, me imagino que tiene unos ojos grandes negros así, de vivaracho, pero, nunca lo vi con los ojos abiertos, no sé, llegué a pensar si no estaría muerto. 

Y un día a esa chica no la vi más, y empecé a ver a otras personas… Hay una parejita, que suben más adelante que yo asique van siempre parados, van abrazados los dos, ella recostada en el hombro del muchacho, y éste rodea con los brazos a la chica a la altura del cuello y apoya el mentón en el hombro de la chica y así acomodado va mirando el celular, tooodo el viaje mirando el telefonito… También hay una que teje, de parada eh? Y a algunos, digo yo, los veo envejecer porque hace años los vengo viendo, y un día me doy cuenta de que tienen canas, a la que veía embarazada la veo con el hijo, y así, porque son muchos años que viajo para lo de la señora. Cuando andan retrasados los trenes me quiero matar, llego a cualquier hora, pero ella no me dice nada, y más le vale…


Sonia N. 2019


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